Tenemos que hablar

Tenemos que hablar

«Tenemos que hablar»

Riiing. Primer tono.
Riiing. Segundo tono, contesta:
– Ei, cómo estás?
– Hola. Tenemos que hablar. A qué hora quedamos?
– Te va bien mañana?
– No. Tiene que ser hoy mismo, es urgente.
– Pero me lo puedes decir por teléfono?
– No, tenemos que hablar YA mismo.
– Me estás asustando, no puedes decirme qué ocurre?
– (Se produce una pausa, la respuesta es tajante e inequívoca) Hasta luego.

Esta breve conversación telefónica que seguramente cualquier persona hemos tenido en algún momento de nuestras vida, es el preludio de una hecatombe que se avecina cercana, y que hace tiempo presiento cuando pienso en el RCD Espanyol. Y es que no todas las historias de amor tienen un final feliz. Hay ocasiones en las que simplemente finaliza aquel hechizo inicial, o que no se ha cuidado a la otra persona o simplemente se le defrauda.

Y todo esto es lo que siento que nos da nuestro club, motivos de peso como hacer saltar por los aires nuestra apasionada relación.

La apatía se ha asentado en nuestras vidas. Renovar el abono se convierte en una acto de fe (muy cara), ir al estadio en una obligación (que te hace perder tiempo y vivencias junto a familia, amigos, etcétera) y en mi caso, el activismo perico que ejerzo por convicción con nuestro programa de radio y twitch #ThePotkast o asistiendo a #EspanyolMedia para recomendar la canción del partido, en una penitencia.

Hoy he deicidio que todo tiene un límite. Necesito una pausa. Estoy cansado de ti, rcde, de todo lo que te rodea: de una Directiva que navega sin rumbo ni idea y que nos lleva al precipicio, de una Dirección Técnica que no ha cumplido con unos mínimos, de un equipo que en ocasiones no entiende qué significa este club, de una Federació de Penyes que, en lugar de defender los intereses y propuestas de sus afiliados, en ocasiones parece ejerce de brazo ejecutor de la Directiva (eso sí, todas las Penyes a pagar religiosamente la cuota anualmente…) o de un entorno que rodea al club (prensa, proveedores de artículos y demás gente que recibe la paguita por parte del club) que justifica todo y que nunca ve el momento de pedir explicaciones e incluso, de decidir el entrenador del primer equipo.

Directiva, tener una cosa muy clara: siempre seremos pericos. Pero todo tiene un límite. Después de nosotros, no hay absolutamente nada. Ni tan siquiera la historia, el escudo o los colores. Sin la afición, no hay nada. No habrá nuevas generaciones, porque no hay nada que ofrecer y porque las pobres criaturas no se lo merecen. No hay ni habrá un proyecto, porque nunca lo hubo. Y el daño causado ya es irreparable.

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