Estimado Vicente, le remito esta carta, esta misiva, con la esperanza de que la lea y entienda mis inquietudes y las de muchos otros aficionados y socios del Rcde:
Entiendo que usted sabe más de futbol que yo, un simple aficionado y socio del conjunto blanquiazul que se esfuerza por hallar tiempo libre para seguir a su querido Espanyol, seguro que me entiende:
Disfrutar de la familia es un privilegio al alcance de no todo el mundo, no me perdería por nada del mundo ver crecer a mi hijo junto a mi amada cónyuge (con qué maravilloso regalo nos obsequia la vida!) pero no renuncio a seguir la trayectoria de mi amado rcde.
Como le comentaba, en ocasiones ver un partido del rcde es todo un esfuerzo por aquello de la conciliación familiar, pero el mayor de los problemas radica cuando no encuentro un resultado meritorio.
Y no me refiero al del encuentro, hablo de la propia satisfacción personal, de qué me da mi equipo a cambio.
Porque como ya sabe el futbol es, entre otras variantes, un estado de ánimo. Y no me reconforta ver que mi equipo no se esfuerza, que tiene una considerable falta de actitud.
Míster, usted está capacitado para que esta plantilla ofrezca su mejor versión. Ya lo demostró frente al Girona, donde el Espanyol no se doblegó y buscó la victoria una y otra vez, esa es la actitud que deseamos la gran mayoría de pericos.
¿Lo que son las cosas, verdad? El encuentro más recordado y venerado será el que terminó en derrota.
La falta de valentía y desear anclar un partido apenas empezado ante un gran Rayo Vallecano (mis felicitaciones al rival, que por algo somos una afición señorial) es la que, a mi juicio, nos ha llevado a la derrota. Vicente, permítame un consejo: arriesgue, sea atrevido y sobre todo, disfrute usted y la plantilla en el terreno de juego.
Los jugadores están capacitados, el equipo tiene automatismos. Crea en estos jugadores, incluso en los que están en el banquillo. Y sobre todo, crea en usted mismo.
Si yo, un simple socio, está convencido de su capacidad, porqué no va a hacerlo usted? Hágalo antes de que todos nos lamentemos y ya sea tarde.
Esperando que lea esta carta, tentamente, Rubén Sánchez.